Aunque el símbolo floral de la Navidad es de origen mexicano, el país no produce ni una décima parte a nivel global
Las calles de México lucen muy navideñas: más de 11.000 plantas de nochebuena –conocidas en España como flor de Pascua– adornan la plaza del Zócalo en la Ciudad de México, las cuales representan un “águila cósmica” que puede ser vista desde los puntos más altos de la Plaza de la Constitución, según ha dicho el Gobierno capitalino. Además, miles de plantas de nochebuena colorean de rojo vialidades tan importantes como avenida Paseo de la Reforma.
Las flores de nochebuena (su nombre científico es Euphorbia pulcherrima) son consideradas como el símbolo floral de la Navidad y son de origen mexicano, indica a Verne Laura Trejo Hernández, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM. “Tenemos evidencia que más del 90% de las especies silvestres de esta planta están en México”, señala vía telefónica. Se trata de una flor muy peculiar, ya que solo florece en diciembre y enero y lo que aparentan ser pétalos rojos son en realidad hojas que cambian de color cuando florece esta planta. Crece desde el Estado de Sinaloa hasta la zona norte de Guatemala.
Los ejemplares que tradicionalmente se venden en macetas en México y otros países, principalmente de color rojo y blanco, son variedades genéticas de la Euphorbia pulcherrima. El inicio de las fiestas decembrinas hacen que esta planta se comercialice con gran éxito, sobre todo en Estados Unidos, donde en 2015 alcanzaron ventas por 120 millones de dólares, según datos del Departamento de Agricultura de ese país. “Hemos identificado que los principales cultivares (o cultivos de invernaderos) en Estados Unidos provienen del norte de Guerrero”, dice la investigadora de la UNAM.
En inglés, a esta flor se le denomina poinsettia, y su nombre se le atribuye al botánico estadounidense Joel Roberts Poinsett, primer ministro plenipotenciario de Estados Unidos en México de 1825 a 1830. De acuerdo con las investigaciones de Trejo y otros biólogos de la UNAM, Poinsett encontró plantas de nochebuena en la zona de barrancas de Taxco (Guerrero) como parte de una expedición que hizo por el país en 1828 y 1829 y exportó varios cargamentos a Filadelfia. “Desde entonces (en Estados Unidos) se han hecho importantes inversiones en investigación y desarrollo en mejoramiento genético y biotecnología para crear cultivares más vistosos y resistentes”, detalla Trejo.
Aunque se desconoce con certeza su origen silvestre, las nochebuenas eran cultivadas por las civilizaciones mesoamericanas con fines medicinales y ceremoniales. En náhuatl se le denomina cuetlaxóchitl -vocablo que proviene de la unión de dos palabras: cuetlachtli que significa cuero y xóchitl que significa flor- y era conocida como la flor de los pétalos resistentes como el cuero o flor que se marchita. “Era una planta dedicada a las ceremonias religiosas por su llamativo color rojo”, dice Trejo.
Los investigadores de la UNAM documentan que en la época de la conquista, los misioneros franciscanos empezaron a usar las flores de nochebuena para celebraciones cristianas. “Se asociaba el florecimiento de la planta con el nacimiento de Jesús”, comenta Trejo.
Aunque las flores de nochebuena tienen una gran tradición en México, en el país se producen alrededor de 20 millones de plantas, menos de la quinta parte de lo que se hace en Estados Unidos, Alemania o Australia, donde gozan de gran popularidad, según estimaciones de la UNAM. De acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Social (Sader), este año se producirán unas veinte millones de plantas de ornato para las celebraciones de Navidad.
“Tenemos una relación muy larga con la nochebuena pero por lo menos 50 años de atraso en investigación y desarrollo”, dice Trejo. “Hay mucho potencial para crecer y generar más empleos y mejores especies de nochebuena”, concluye.