Producto de la asociación público-privada, permitirá disminuir los tiempos de las cirugías y reducir los riesgos de infección, a la vez que mejorará los resultados estéticos al favorecer la curación de la piel
En la actualidad, los profesionales de la Salud cuentan con una amplia variedad de sofisticadas herramientas que ayudan en su tarea; sin embargo, al momento de cerrar la piel del paciente luego de una intervención quirúrgica se continúa utilizando un método totalmente artesanal, como es la sutura. En efecto, se trata de una técnica que depende en gran medida de la habilidad de quien la realiza, por lo cual las consecuencias clínicas y estéticas suelen ser disímiles.
Esa realidad fue la que captó la atención de Pablo Luchetti en su paso por la Facultad de Medicina. Al presenciar una cirugía, le sorprendía que el cierre de la piel aún se practicara a pulso y de una manera claramente invasiva, dado que la fuerza ténsil y la precisión ─fundamentales para la oclusión de una herida─ varían en base a la presión ejercida por el cirujano. Por ello, comenzó a pensar en una alternativa menos agresiva para el organismo y de fácil aprendizaje.
A partir de entonces, Pablo convocó al diseñador industrial Luciano Poggi y más tarde al médico Diego Fridman para llevar adelante la idea. El concepto original demandó cuantiosas horas de investigación pero en 2014 había alcanzado un grado de desarrollo considerable, razón que motivó al equipo de emprendedores junto con el Centro de Estudios Infectológicos S.A., mejor conocido como Stamboulian Servicios de Salud, a postularse para un subsidio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT), que depende la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
Ese año, la iniciativa resultó beneficiada a través de la convocatoria EMPRETECNO del Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC), dedicado a impulsar emprendimientos de alta intensidad tecnológica, con un presupuesto que totalizó los $2.098.967 en febrero de 2019. El dispositivo quirúrgico para incisión y cierre de heridas, denominado INCLODE, estaba más cerca de convertirse en una realidad.
En lo sucesivo, empezaron las pruebas de materiales en colaboración con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y los ensayos con la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Llevar el proyecto a un primer prototipo completamente funcional supuso numerosos desafíos, en especial, el mecanismo para descomprimir los bordes de los cortes y el resguardo de la piel circundante.
De acuerdo con Diego, el apoyo de la Secretaría fue “trascendental no sólo desde lo económico, ya que nos abrió las puertas para trabajar con otras instituciones públicas que aportaron muchísimo al proyecto, desde consejos para resolver ciertas dificultades hasta el acceso a instrumental con el que no contábamos”. En tanto, Stamboulian brindó una parte del apoyo económico y un grupo de profesionales compuesto por médicos y microbiólogos, además de las instalaciones del laboratorio.
Con la finalidad de almacenar el formato de la piel en la memoria elástica del artefacto y reproducir su forma, se verificaron diversos diseños y componentes hasta encontrar los más apropiados para copiar y replicar la superficie corporal. Así surgió el concepto de INCLODE, un parche autoadhesivo con un mecanismo de sellado propio.
A la hora de realizar una incisión, el cirujano previamente ubicaría la lámina del aparato en el sitio a operar. Posteriormente, en vez de utilizar una sutura o grapas ─métodos invasivos ambos─ para reunir la epidermis, con INCLODE el médico simplemente deberá correr una cremallera como quien sella una bolsa al vacío. De esta manera, el mecanismo enfrenta los bordes de la herida sin lastimar la piel, y permanece adherido hasta lograr la cicatrización. Finalmente, se retira el conjunto como cualquier otro apósito.
Esta innovación no supone ningún tipo de alteración para el resto de los procedimientos intra-operatorios, los cuales se implementarán conforme con la técnica convencional elegida por el operador, incluyendo la técnica hemostática por electrocoagulación y la sutura de planos profundos. Asimismo, podrá aplicarse tanto en cirugías efectuadas a cielo abierto como en aquellas mínimamente invasivas.
Se espera que INCLODE llegue al mercado a finales de 2019, una vez superadas las instancias de evaluación que estipula la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y comience su fabricación en serie. Al momento, la invención se encuentra patentada en nuestro país y los Estados Unidos, donde también aguarda su aprobación sanitaria por la Administración de Alimentos y Medicamentos norteamericana (FDA, por sus siglas en inglés).
Sobre las ventajas del dispositivo, Diego sostiene: “Lo que buscamos es que haya menos infecciones en el sitio de las cirugías, menos dolor durante las recuperaciones después de una cirugía, y que se logren mejores resultados estéticos, como consecuencia de cicatrices mucho más chicas con respecto a las de una sutura tradicional”.
“Se trata de un producto que se ubica antes de la cirugía y no después de un traumatismo. Si vos te cortás al caerte en la calle, no se puede pegar arriba INCLODE y cerrar. Es para una cirugía cuando la piel está todavía sana, uno coloca la lámina y esto serviría, por ejemplo, para operaciones de hernias o cesáreas, y estamos diseñando un prototipo para laparoscopías, lo cual es otra necesidad que los cirujanos nos han planteado”, explicó el galeno.
En octubre pasado, el proyecto INCLODE obtuvo el primer lugar en el Israel Innovation Awards 2018, organizado por la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la Embajada de Israel en Argentina y la Cámara de Comercio Argentino Israelí. Tras haber ganado el certamen parte del equipo viajó a la feria internacional Start Haifa 2018 y a MEDinISRAEL 2019, donde tuvo oportunidad de entablar vínculos con otras startups, inversores, incubadoras y una amplia red de mentores con miras a expandirse comercialmente en terceros países.
Fuente: argentina.gob.ar
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