En 2005, el físico valenciano Pablo Jarillo-Herrero, entonces de 48 años, se trasladó desde los Países Bajos a la Universidad de Manchester. Allí, Andre Geim y Konstantin Novoselov le enseñaron a producir grafeno. “Es el material más resistente y delgado que existe y existirá, porque nada puede ser más fino que un átomo, que es su grosor”, explicó Jarillo-Herrero durante una reciente entrevista en Madrid.
Un año antes, en 2004, Geim y Novoselov, dos físicos rusos con ciudadanía británica, habían logrado aislar por primera vez este material extraordinario hecho de carbono, semitransparente y flexible, utilizando cinta adhesiva para extraer láminas de grafito, un logro que les valdría el Nobel en 2010. “El grafeno era solo una teoría; no había sido aislado experimentalmente. Cuando Geim y Novoselov lo lograron y demostraron que se podían medir electrónicamente sus propiedades, la comunidad científica se emocionó”, recordó Jarillo-Herrero, quien en ese momento estaba haciendo su doctorado en la Universidad Técnica de Delft.
Desde Delft contactaron a Geim para pedirle permiso para visitar su laboratorio y aprender. “Nos permitió ir, pero cuando regresamos a los Países Bajos, no nos salió bien: aunque es un proceso relativamente sencillo, requiere mucha práctica. Así que tuvimos que volver a Manchester”, dijo Jarillo-Herrero a El Mundo, quien ahora es uno de los mayores expertos mundiales en grafeno. Tanto es así que su nombre se menciona frecuentemente como posible candidato al Nobel.
Tras un año en la Universidad de Columbia en Nueva York, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) lo reclutó en 2008. Desde 2018 es catedrático en este prestigioso centro, donde dirige el Laboratorio Jarillo-Herrero, compuesto por 14 investigadores dedicados a la nanoelectrónica. En 2012, el entonces presidente Barack Obama le entregó en la Casa Blanca el premio PECASA, el más prestigioso que otorga el gobierno de Estados Unidos a un joven investigador.
Seis años más tarde, Jarillo-Herrero hizo un descubrimiento revolucionario al identificar el llamado ángulo mágico del grafeno. En términos simples, descubrieron que la forma de apilar las capas de grafeno con un cierto ángulo les otorga propiedades completamente diferentes. “Nos dimos cuenta de que solo con grafeno, o combinándolo con otro material como el nitruro de boro hexagonal (h-BN), podemos reproducir todos los comportamientos de la materia existentes”, explicó. “Podemos crear aislantes, metales, superconductores, materiales ferromagnéticos… Es como una especie de piedra filosofal. La comunidad científica quedó asombrada, ya que no necesito hierro para hacer un imán, cobre para tener un conductor o cuarzo para hacer un aislante”.
Este descubrimiento ha sido “muy revolucionario” y ha dado lugar a un nuevo campo de investigación llamado ‘Twistrónica’ o ‘electrónica de giro’, aunque entre los físicos se le conoce como campo de la materia cuántica moiré, precisa Jarillo-Herrero, quien podría convertirse en el primer Nobel español en Física o Química. Ante la pregunta sobre la posibilidad de ganar el Nobel por este hallazgo, responde con humildad: “Prefiero mantener los pies en la tierra, pero este descubrimiento del ángulo mágico ha tenido un gran impacto y los premios que he recibido han sido por eso”, mencionó, refiriéndose a galardones como el Premio Wolf, el más prestigioso en Física después del Nobel, o el Premio RSEF-Fundación BBVA.
Fuente: msn.com
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