Rocas que pertenecieron a un ecosistema marino poco profundo, encontradas en montañas en el Irán moderno, han permitido documentar polvo atmosférico de hace 300 millones de años.
Similar a áreas de nuestro mundo moderno como las Bahamas, estos ecosistemas marinos poco profundos no pueden sobrevivir a menos que estén en aguas cristalinas lejos de la escorrentía de los ríos, explicó Mehrdad Sardar Abadi, investigadora de la Universidad de Oklahoma, que lideró una investigación publicada en Geology. Al seleccionarlos par su trabajo, sabía que las partículas de silicato que encontró se habrían depositado en el aire y no en un río.
Abadi y su equipo identificaron y tomaron muestras de polvo atrapado en rocas de carbonato de dos intervalos de piedra caliza ahora preservados en afloramientos en las montañas del norte y centro de Irán.
Las rocas fueron sometidas a una serie de tratamientos químicos para extraer el polvo antiguo. Lo que quedaba eran minerales de silicato como la arcilla y el cuarzo que ingresaron al medio ambiente como partículas en el aire: polvo de 300 millones de años.
Con polvo antiguo en la mano, Sardar Abadi pudo determinar cuánto polvo había en la atmósfera del Paleozoico Tardío. Sus resultados sugirieron que la atmósfera de la Tierra era mucho más polvorienta durante este tiempo antiguo. Trabajando con colaboradores en la Universidad Estatal de Florida, realizó pruebas geoquímicas para analizar el hierro en las muestras. Esas pruebas revelaron que el polvo antiguo también contenía proporciones notables de hierro altamente reactivo, una fuente particularmente rica de este micronutriente clave.
Si bien el hierro no es el único micronutriente potencialmente transportado en el polvo, se estima que este polvo antiguo contenía el doble de hierro biodisponible que el polvo moderno que fertiliza la selva amazónica.
Esta potente fertilización con polvo condujo a un aumento masivo en los fotosintéticos marinos. Alimentado por polvo rico en hierro, las algas y las cianobacterias tomaron dióxido de carbono y expulsaron oxígeno. Los investigadores especulan que esta acción, que funcionó durante millones de años, cambió la atmósfera del planeta.
“Una mayor abundancia en productores primarios como plantas y algas podría conducir a una mayor captura de carbono, lo que ayudaría a explicar la disminución del dióxido de carbono atmosférico hace unos 300 millones de años”, dijo Sardar Abadi en un comunicado.
“Si lo que estamos viendo de nuestras muestras sucedía a escala mundial, significa que el efecto de fertilización del polvo redujo el dióxido de carbono atmosférico y fue una parte bastante significativa del ciclo del carbono durante este tiempo en la historia de la Tierra”, dijo la coautora Lynn Soreghan, directora de la Escuela de Goeciencias en la Universidad de Oklahoma.