Un grupo de investigadores desarrolló una envoltura de plástico que se autodepura para repeler las bacterias y que podría usarse para prevenir la transmisión de superbacterias resistentes a los antibióticos, y otro tipo de bacterias peligrosas.
El equipo de científicos de la Universidad McMaster en Canadá usó una combinación de ingeniería de superficie a nanoescala y química para desarrollar una superficie plástica –una forma tratada de envoltura transparente- que repele todo tipo de bacterias.
El recubrimiento, inspirado en las hojas de loto resistentes al agua, está texturizado con unas especies de arrugas microscópicas que bloquean las moléculas externas y que están tratadas químicamente, lo que significa que tanto el agua, como la sangre o las bacterias rebotan cuando entran en contacto con la superficie.
El material se puede colocar en lugares considerados como terreno fértil para la reproducción de gérmenes como el estafilococo áureo o dorado, conocido en inglés como MRSA. Por ejemplo, manijas de las puertas, barandas o los portasueros de los hospitales.
“Desarrollamos la envoltura para abordar la gran amenaza generada por las bacterias resistentes a múltiples fármacos”, según dijo a CNN Leyla Soleymani, una ingeniera física que codirigió la investigación publicada este viernes en la revista ACS Nano. “Dadas las limitadas opciones de tratamiento para estas enfermedades es clave frenar la transmisión de una persona a otra”. añadió.
Según los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), en ese país se producen cada año más de 2,8 millones de infecciones resistentes a los antibióticos y más de 35.000 personas mueren como consecuencia de las mismas.
Los investigadores creen que el nuevo material podría usarse para empaquetar comida, y podría detener la propagación de bacterias como la E.coli, la salmonela y la listeria de las carnes y alimentos crudos. De acuerdo con datos de los CDC, alrededor del 20% de las bacterias resistentes a los medicamentos proceden de la comida que comemos.
“Estamos ajustando estructuralmente ese plástico”, dijo Soleymani en un comunicado. “Este material nos da algo que se puede aplicar a todo tipo de cosas”, agregó.
La superficie, dicen los investigadores, es duradera, flexible y de fabricación barata.
Los investigadores la probaron con las bacterias MRSA y Pseudomonas, entre las más peligrosas y resistentes a los antibióticos, usando imágenes de microscopio electrónico para confirmar que prácticamente ninguna bacteria podría adherirse a la superficie.
“Esta tecnología podría usarse en todo tipo de entornos institucionales y domésticos”, dijo Tohid Didar, quien codirigió la investigación. “A medida que el mundo hace frente a una crisis de resistencia antimicrobiana, esperamos que se convierta en una importante herramientas antibacteriana”.