Los científicos continúan descubriendo extraños virus por todo el mundo. Esta semana, un grupo de investigadores explicaron que habían hallado unos bacteriófagos (un tipo de virus que infectan a bacterias) de tamaño gigante. Estos enormes microorganismos no solo hacen que los virus normales parezcan enanos en comparación, sino que también parecen capaces de hacer cosas complejas que normalmente solo se ven en los seres vivos.
En los últimos años, hemos descubierto todo tipo de virus más grandes de lo habitual, algunos incluso son más grandes que ciertas bacterias. No es solo el tamaño físico lo que hace que estos virus sean grandes, es también su genética. El virus de la gripe A tiene ocho genes, por ejemplo, que equivalen a 13.000 pares de bases de ADN. Pero los virus más grandes descubiertos hasta ahora tienen cientos de genes, lo que equivale a más de un millón de pares de bases, pudiendo ser visibles bajo los microscopios menos potentes.
Estos virus gigantes, como se los conoce, se han encontrado sobre todo en amebas, y a menudo en entornos alejados de los humanos. Pero ahora varios investigadores han encontrado bacteriófagos igual de grandes en lugares un tanto exóticos pero mucho menos apartados. El año pasado, un equipo documentó grandes bacteriófagos viviendo dentro de bacterias intestinales en el interior de personas en Bangladesh. Ese mismo equipo ha publicado un nuevo estudio en Nature proporcionado pruebas de la existencia de bacteriófagos aún más grandes diseminados por todo el mundo.
Los científicos hoy en día a menudo estudian y descubren nuevos virus examinando muestras de ADN tomadas del medio ambiente. En este caso, los investigadores observaron muestras tomadas de excrementos humanos y de animales, de agua marina y corriente, de sedimentos fangosos y de aguas termales, entre otros muchos lugares. Después, detectaron los microbios que no fuesen bacteriófagos, incluidos otros virus. Finalmente, intentaron reconstruir los genomas de lo que quedaba.
“Los genomas que encontramos son grandes, algunos mucho más grandes que los bacteriófagos ‘típicos’”, dijo a Gizmodo la autora del estudio, Jill Banfield, profesora de ciencia de la Universidad de California.
Banfield y su equipo dicen que identificaron más de 300 tipos de bacteriófagos que poseían más de 200.000 pares de bases. El más grande que encontraron tenía más de 735.000 pares de bases, eso es más de 10 veces el tamaño genético de un bacteriófago normal. Estos “bacteriófagos gigantes”, como los denominó el equipo, también parecían tener genes que normalmente se encuentran en organismos y células vivos, genes que deberían permitirles realizar algunas tareas bastante complejas.
Muchos de los bacteriófagos gigantes, por ejemplo, tienen genes que son muy importantes para un sistema utilizado por las bacterias para defenderse de los virus, conocido como CRISPR. Aunque la mayoría de nosotros podría pensar en CRISPR como un método tecnológico para modificar genes, sus orígenes son un antiguo sistema inmune utilizado por las bacterias (así como otra rama de vida unicelular, llamadas arqueas) para cortar el ADN de los virus hostiles que quieren infectarlos. Estos genes importantes para el CRISPR, dijo otro autor del estudio, Basem Al-Shayeb, podrían ser utilizados por bacteriófagos enormes para amplificar las defensas de sus anfitriones, en una forma de “guerra inter-viral para atacar y destruir otros virus que compiten por la misma célula huésped”.
Los nuevos hallazgos son solo los últimos en ilustrar lo poco que entendemos los virus. Las habilidades que podemos ver en los virus más grandes confunden la imagen de lo que realmente es un virus (normalmente se considera que no son estructuras biológicas vivas). Ni siquiera entre los virus grandes, las cosas son así de simples.
Los bacteriófagos gigantes, aunque son similares en algunos aspectos a otros virus gigantes, no están relacionados con ellos seguramente, de la misma manera que las bacterias no están estrechamente relacionadas con las amebas u otros eucariotas (organismos cuyas células tienen un núcleo distinto). En su lugar, argumentan los científicos, pertenecen a clados o agrupaciones de virus completamente diferentes. El equipo dividió en 10 clados diferentes a los más de 350 bacteriófagos gigantes que encontraron.
Aunque estos virus gigantes pueden no ser un problema para las personas, no tendría que ocurrir lo mismo con los bacteriófagos gigantes. Se sabe que los bacteriófagos que viven en el intestino humano influyen en el microbioma intestinal, lo que podría aumentar el riesgo de contraer ciertas enfermedades. También pueden transferir genes a bacterias que las hagan más resistentes a los antibióticos o más propensas a causar enfermedades. En estos momentos, sin embargo, la investigación sobre los efectos de los bacteriófagos sobre la salud se ve bastaste limitada. También, los científicos podrían mejorar herramientas como el CRISPR estudiando estos extraños virus.
Lo que es cierto, dijo Banfield, es que el mundo de los virus —independientemente de que infecten a amebas, personas o bacterias—“es mucho más complejo e interesante de lo que se creía anteriormente”.
Fuente: es.gizmodo.com
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