Cincuenta científicos mexicanos estudian el origen del enjambre sísmico, una secuencia de temblores de baja intensidad, registrado desde el pasado 5 de enero en el estado de Michoacán (oeste), y considararon que no hay garantía que se trate del nacimiento de un volcán, informó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“No hay garantía de que se trate del nacimiento de un volcán, como se ha especulado; debemos hacer observaciones por mayor tiempo”, insistió Hugo Delgado Granados, director del Instituto de Geofísica (IGf), perteneciente a la UNAM.
Detalló que el grupo de expertos considera que estos eventos posiblemente se deban a condiciones magmáticas, pero “un evento magmático no forzosamente termina en el nacimiento de un volcán” y “hay que tener mucho cuidado y evitar especulaciones y noticias falsas”.
El equipo está conformado por expertos de los institutos de Geofísica e Ingeniería, de la Facultad de Ingeniería y del Centro de Geociencias de la UNAM, además de las universidades de Colima y Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, coordinados por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), precisó en un comunicado la UNAM.
Detalló que el equipo multidisciplinario hace monitoreo permanente.
“Medimos una serie de factores para discernir qué tipo de fenómeno es”, expuso en la nota Delgado Granados.
El enjambre sísmico se asocia con liberaciones de energía que pasan bajo tierra. En este caso en específico hay rompimiento en terreno entre 40 y cinco kilómetros de profundidad, con la mayoría de la vibración ocurriendo a 15 kilómetros.
Las opciones son esencialmente dos: las raíces del asunto son o tectónicas o magmáticas, ahondó el académico.
Según precisó, si la naturaleza de estos movimientos es tectónica, significa que se originan dentro de una placa, y en ese caso, aclaró, no es la primera vez que ocurren en Michoacán, tomando en cuenta que cuando menos cuatro eventos en 1997, 1999, 2006 y 2020.
La otra posibilidad es que sea un evento magmático y cuando se inyecta magma, que viene de zonas profundas, “este empuja y provoca una serie de esfuerzos, que se distribuyen sobre la corteza, y cambian y obligan a que las rocas se rompan a lo largo de fallas y fracturas.
“Si es un cuerpo magmático el que está ascendiendo y provocando el enjambre, hay posibilidades de que el cuerpo magmático quede dentro de la superficie, o que salga y eventualmente nazca un volcán”, aclaró.
En Michoacán se encuentran los volcanes Paricutín y Jorullo. Cuando nació el primero, explicó, “la sismicidad era tan fuerte que fue detectada en las estaciones de Guadalajara (Jalisco, occidente) y la de Tacubaya, (Ciudad de México, centro)” mientras que “ahora únicamente es registrada por estaciones más cercanas”
México está situado en el área conocida como “Cinturón Circumpacífico o Anillo de Fuego del Pacífico”, donde se concentra la mayor actividad sísmica del planeta.
La alta sismicidad en el país se debe a la interacción entre las placas de Norteamérica, Cocos, Pacífico, Rivera y del Caribe, así como a fallas locales que corren a lo largo de varios estados, aunque son menos peligrosas.
De acuerdo con el Sistema Geológico Mexicano (SGM), Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Colima y Jalisco son las entidades con mayor sismicidad.
Fuente: Xinhua
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