Fuera de China, está ganando peso el tipo de virus que provoca una forma menos grave de la enfermedad
Al menos dos cepas diferentes del coronavirus de Wuhan o SARS-CoV-2 ya están circulando. Así lo señala un reciente estudio que muestra que existe un tipo predominante del patógeno, con mayor capacidad de transmisión y posible agresividad (asociado al brote de China); y otro menos frecuente y, a priori, también menos virulento (con mayor presencia fuera del país asiático).
El trabajo, liderado por Xiaolu Tang, de la Universidad de Pekín y el Instituto Pasteur de Sanghai, ha analizado la información genética de 103 muestras del virus. Según sus conclusiones, aproximadamente el 70% de los análisis correspondía al designado como tipo L, mientras que el 30% restante era del llamado tipo S.
Según señalan los investigadores, sus análisis epidemiológicos parecen indicar que el tipo L posee una mayor capacidad de transmisión y replicación celular, pudiendo considerarse como de mayor virulencia, una apreciación con la que coincide Jordi Reina, jefe de Virología del Hospital Son Espases de Mallorca.
En cambio, para Isabel Sola, directora del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (perteneciente al CSIC), el análisis no proporciona los datos suficientes para determinar la virulencia de las variantes. “Este estudio propone que, puesto que hay más secuencias L que S, la variante L parece más prevalente, lo que les hace sugerir que puede que esta se transmita más fácil. Pero esto no tiene por qué significar que sea más virulenta”, apunta.
El tipo S, según el trabajo publicado en la revista National Science Review de la Academia de Ciencias de China, “es la forma genética ancestral” del patógeno de la que, después, derivó el tipo L predominante.
Pero, pese a esa preponderancia del tipo L, los análisis confirman que, fuera de las fronteras de China, el tipo S, el menos virulento según sus datos, ha ido ganando peso.
Mientras que el 96% de las muestras analizadas procedentes de Wuhan (27 de las 103 totales) correspondían al tipo L, en los análisis genéticos realizados en las muestras tomadas en el extranjero (73 de las 103) había mayor divergencia: el 61,6% eran del tipo L y el 38,4% correspondían al tipo S.
Esta mayor presencia del tipo S fuera de Wuhan podría deberse, según señalan los investigadores, a “las medidas de control y prevención” de las infecciones que el Gobierno chino implementó en enero de 2020.
El tipo S, “podría haber experimentado una presión selectiva más débil”, añaden los científicos, que, con todo, señalan que son necesarias más investigaciones que confirmen su hipótesis.
“En general, los virus menos patógenos se establecen mejor en la población”, apunta, en ese sentido, José Antonio Pérez Molina, especialista en Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), a quien no le sorprende que ya circulen cepas diferentes del virus, ya que es un comportamiento normal en este tipo de microorganismos.
“Este estudio nos demuestra la constante evolución genética del SARS-CoV”, coincide Reina, quien aclara que aún no se ha podido establecer si la evolución se produjo en el ser humano o en un huésped animal.
Ambos especialistas coinciden en señalar que el seguimiento de la evolución genética del patógeno es clave porque va a determinar el impacto real sobre la población humana. “Si detectamos cambios clínicos en la enfermedad, es importante saber cómo es el virus que los está provocando”, señala Pérez Molina.
En general, explican, lo habitual es que se vayan seleccionando aquellas variantes con mayor capacidad de difusión pero también con menor letalidad.
En sus conclusiones, los científicos chinos reclaman más estudios que combinen datos genómicos, información epidemiológica y registros médicos con síntomas clínicos de pacientes con Covid-19.
Fuente: elmundo.es
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