Un equipo de científicos dirigido por el Centro de Cáncer Rogel de la Universidad de Michigan y el Centro de Cáncer Integral Case han identificado el punto de unión donde los compuestos de medicamentos podrían activar un mecanismo clave de frenado contra el crecimiento descontrolado de muchos tipos de cáncer.
El descubrimiento marca un paso crítico hacia el desarrollo de una nueva clase potencial de medicamentos contra el cáncer que mejoren la actividad de una familia prevalente de proteínas supresoras de tumores, aseguran los autores en la revista ‘Cell’.
Los científicos han sabido desde hace tiempo que ciertas moléculas son capaces de aumentar la actividad de la proteína supresora de tumores PP2A, matando células cancerosas y reduciendo tumores en líneas celulares y modelos animales pero, sin información sobre el sitio físico donde las moléculas interactúan con la proteína, tratar de optimizar sus propiedades para convertirlas en medicamentos reales requeriría un sinfín de pruebas y errores.
“Utilizamos microscopía crioelectrónica para obtener imágenes tridimensionales de nuestra herramienta-molécula, DT-061, unida a PP2A”, explica el coautor del estudio, Derek Taylor, profesor asociado de Farmacología y Bioquímica en la Case Western Reserve University y miembro del Case Comprehensive Cancer Center.
“Esto nos permitió ver por primera vez con precisión cómo las diferentes partes de la proteína fueron reunidas y estabilizadas por el compuesto –continúa–. Ahora podemos usar esa información para comenzar a desarrollar compuestos que puedan alcanzar el perfil, la especificidad y la potencia deseados para traducirse potencialmente en la clínica”.
Los investigadores proponen llamar a esta clase de moléculas SMAP, para activadores de moléculas pequeñas de PP2A.
Junto con el cáncer, PP2A también está desregulado en una serie de otras enfermedades, incluidas las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. Y los investigadores son optimistas ya que los hallazgos también podrían abrir oportunidades para desarrollar nuevos medicamentos contra enfermedades como la insuficiencia cardíaca y el Alzheimer.
La investigación requirió una unión de disciplinas científicas y áreas de especialización, señala el coautor principal Goutham Narla, jefe de la división de Medicina Genética en el Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la UM.
“Es un ejemplo de cómo la colaboración y la ciencia del equipo pueden resolver algunas de las preguntas como esta que los científicos han estado preguntando durante muchos años”, dice Narla.
“Resolver la estructura sin el conocimiento biológico de cómo aplicarla mejor contra el cáncer, sería solo la mitad de la historia –prosigue–. Y si solo estuviéramos activando PP2A, matando las células cancerosas y frenando el crecimiento del cáncer sin los datos estructurales, eso sería ser una buena historia a medias también. Pero trabajando juntos, ahora tenemos una historia sobre la posibilidad de drogar este supresor tumoral que antes no se podía tomar”.
Ha habido mucha actividad y entusiasmo en los últimos años en torno al desarrollo de inhibidores de quinasas, compuestos de moléculas pequeñas que persiguen a las proteínas quinasas cuya disfunción está involucrada en el crecimiento explosivo y la proliferación de células cancerosas. Es decir, desactivar el “interruptor de encendido” del cáncer, explica Daniel Leonard, estudiante y miembro del laboratorio de Narla cuando la investigación se realizó.
La nueva investigación ataca el cáncer desde el lado opuesto de la ecuación, activando el ‘interruptor de apagado’ del cáncer mediante la estabilización de las fosfatasas de proteínas cuyo mal funcionamiento elimina un freno clave en el crecimiento del cáncer.
En el documento, los investigadores especulan cómo una combinación de ambos enfoques al mismo tiempo podría ofrecer un golpe doble aún más poderoso, lo que podría ayudar a superar la capacidad del cáncer de evolucionar para frustrar un enfoque singular.
“El bolsillo de unión que identificamos proporciona una plataforma de lanzamiento para optimizar la próxima generación de SMAPs para su uso en la clínica xel cáncer, y potencialmente en otras enfermedades”, añade Wei Huang, investigador en el laboratorio de Taylor.
Fuente. infosalus.com
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