Boletin del Día
Psicóloga Laura Rodríguez Víquez

 

A lo largo de la historia, el suicidio ha sido tema de interés en la comunidad médica, éste se ha abordado de manera general y se le consideraba como producto de la melancolía o tristeza, con el paso del tiempo, el tema fue planteado de manera científica. En el siglo XVll, Sir Thomas Brown define por primera vez la palabra suicidio en su obra Religio Medici, la cual sigue vigente en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.  A partir de 1790 se empezó a ver de manera científica, por lo que se logró modificar la ley, la cual juzgaba al suicidio como crimen y a partir de ese momento fue considerado como problema médico y social.

 

Es aquí donde se consolida a la Psiquiatría como especialidad e integra al suicidio en las primeras clasificaciones de las enfermedades mentales (González, 2013).

 

En la actualidad, la tasa de suicidio al año es de 800,000 personas, con base en cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019),  dicho de otra manera 1 persona se suicida cada 40 segundos, fue en 2019 que el incremento dramático de suicidios la posicionó como la tercera causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 19 años.

El suicidio es una conducta patológica que se define como la preocupación o acción orientada a causar la propia muerte de manera voluntaria, en el comportamiento suicida se presentan pensamientos de muerte, ideación e intentos de suicidio hasta llegar a su consumación y morir.

 

 

La depresión se caracteriza por una tristeza de una intensidad o duración suficiente como para interferir en la funcionalidad y, en ocasiones, por una disminución del interés o del placer despertado por las actividades, la tasa de personas que sufren depresión equivale a más de 300 millones, la cual se ha incrementado en los milenialls y adolescentes en un 47%, para los niños en 47% y para las niñas en 65%.

 

Por otra parte, las diferencias entre Trastorno Depresivo Mayor y Tristeza, con base al DSM –V y la CIE son las siguientes:

 

Dado que la mitad de los individuos que sufren depresión no buscan tratamiento, la depresión no es diagnosticada en el 50% de los pacientes que si buscan ayuda y menos del 10% de las personas con depresión reciben tratamiento, es importante que las personas que tengan sintomatología del trastorno depresivo mayor, reciban atención y reciban un tratamient (Mendieta, 2020).

 

Diversos estudios mencionan que el suicidio en adolescentes puede ser generado por aspectos neurobiológicos (predisposición genética), por trastornos psiquiátricos, por bullying escolar (maltrato escolar), por ciberbullying (maltrato cibernético), entre otros.

 

Adicional a esto, México ocupa el primer lugar a nivel global de casos de bullying en educación básica, con base en cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo que representa a 18 millones 781 mil 875 de menores.

 

El suicidio visto desde un enfoque social puede ser derivado por ejemplo por pérdida de empleo, por problemas financieros, por problemas de pareja, por rupturas de relaciones, etc., y afecta de manera directa a la familia, a las personas allegadas, que en muchos casos se culpan por no detectar y / o atender a tiempo a sus seres queridos, por lo que cada suicidio es una perdida que daña el tejido social.

 

En un estudio realizado por la ONU, la pandemia por COVID -19 ha impactado de manera exponencial el tejido social:

 

 

  • En Canadá el 47 % de los trabajadores de la salud informó sobre la necesidad de apoyo psicológico.

 

  • China reportó depresión en el 50% de los trabajadores de salud.

 

  • En Reino Unido, en un estudio de jóvenes con antecedentes de dificultades de salud mental, reveló que el 32% había empeorado su salud mental derivado de la pandemia, incrementando su sintomatología o empeoraron su sintomatología(Mendieta, 2020).

 

En un estudio publicado por The Lancet, el 57% de las personas confinadas presentaban cuadros de irritabilidad y un 73% bajo estado de ánimo; el documento señala que las cuarentenas tienen impacto psicológico, sin embargo, es posible reducirlo.

 

En consecuencia, ante la llegada de COVID – 19, diversas instituciones gubernamentales y educativas, hicieron frente a los posibles temas psicológicos derivados del aislamiento, abrieron líneas de ayuda a la población con la finalidad de atender manifestaciones psicológicas derivadas del confinamiento. Tan sólo en la Fase 3 de la contingencia sanitaria se incrementaron 30% las llamadas de auxilio por suicidio en la Ciudad de México, lo que equivale a 10 llamadas al día.

Del total de enlaces recibidos, el 60% fueron hechas por mujeres, 40% por varones, 37% fueron estudiantes, 17% empleados y sólo un 7% de personas que se dedican al hogar.   Del total de llamadas, de la Ciudad de México se registraron 430 llamadas, 312 de otros estados, 129 no se especifican y 10 de Centroamérica y Sudamérica.

 

Así pues, el impacto del COVID-19 en nuestras vidas debe ser atendido, el incremento de desempleo puede asociarse al aumento de cuadros depresivos, las consecuencias psicosociales del aislamiento social pueden agravar la incertidumbre ante el futuro.

 

La irritabilidad (57% de las personas) y el bajo estado de ánimo (73%) son los dos efectos más frecuentes que se encuentran en los individuos sujetos a cuarentena y pueden convertirse en un problema de salud pública, por lo que es indispensable atender las necesidades en salud mental de la población mexicana.

 

Por ejemplo, el Instituto Nacional de Psiquiatría “Juan Ramón de la Fuente” (INP) está trabajando en estrategias para intervenir de manera inmediata cuando se detecte riesgo de suicidio entre el personal de salud que trabaja en hospitales COVID, este tipo de acciones son un gran acierto debido al incremento de suicidios en este sector de la población; sin embargo, es necesario extender este tipo de programas a la población en general y reforzar las  políticas públicas enfocadas a la prevención.

 

Es primordial sensibilizar y habilitar de herramientas a los padres de familia ante la detección de conducta suicida, pues recordemos el suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años en el mundo y México ocupa el primer lugar a nivel global de casos de bullying (factor que puede ser detonante del suicidio).

En caso de identificar a una persona con pensamiento suicida, se recomienda no dejarla sola o solo, acompañarlo con profesionales de la salud mental que puedan brindarle una atención especializada y asegurándose de que reciba atención adecuada.

 

Sí has sufrido pensamientos o ideas suicidas como alternativa en la solución de problemas, es tiempo que busques ayuda profesional, sí conoces a alguien que requiera atención psicológica o psiquiátrica, apoyemos a ese ser querido, motívalo a recibir ayuda, en la actualidad hay diferentes medios que brindan ayuda psicológica de manera gratuita.

 

Acudir al psicólogo no es síntoma de debilidad, desestigmaticemos los servicios psiquiátricos, los profesionales de la salud mental te pueden ayudar a vivir mejor.

 

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Bibliografía

González, C. (2013). El suicidio en adolescentes. Revista Médica del Hospital General de México, 200-209.

Mendieta, D. (2020). Ciclo de conferencias, Impacto de la pandemia en el trastorno depresivo mayor y los trastornos psicóticos. CDMX: Inprfm.

OMS. (2019). Suicidio.


 

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