Barcelona lidera un proyecto europeo para reproducir las condiciones del feto en el útero fuera de la madre
Magda estaba de 24 semanas cuando en una de las revisiones del embarazo le dijeron que algo iba mal: una de las gemelas apenas se alimentaba y, de seguir así, moriría. A las 28 semanas la situación era crítica y los médicos del hospital universitario La Paz, en Madrid, le recomendaron practicar una cesárea. Las niñas nacieron a las 29 semanas y tuvieron que pasar más de un mes en la incubadora con soporte para respirar.
Como estas gemelas, según datos de 2015 publicados en la revista JAMA, cada año nacen alrededor de 25.000 niños prematuros en Europa, de los cuales sobreviven entre el 25 y el 75% de ellos, en función de las semanas de gestación. De estos, la mayoría tienen secuelas de por vida, algunas muy graves, que pueden afectar su desarrollo cognitivo, cardiovascular y respiratorio, entre otros.
Con el objetivo de mejorar el pronóstico de estos bebés, arranca un ambicioso proyecto europeo que pretende crear una placenta artificial que recree las condiciones que tiene el feto dentro del útero de la madre. Está liderado por Eduard Gratacós, al frente de BCNatal, un centro de medicina fetal conjunto de los hospitales Sant Joan de Déu y Clínic de Barcelona, implica a numerosos centros de investigación y universidades catalanes, y cuenta con el apoyo financiero de la Fundación ‘la Caixa’, que destinará en total cerca de 7 millones de euros.
“El feto está preparado para vivir dentro de la madre, respira y se alimenta a través de ella. Podemos desafiar a la naturaleza, sacarlo antes de lo previsto y ayudarlo a sobrevivir, pero por debajo de las 26 semanas topamos con los límites de la biología” puesto que la mayoría de sus órganos se están aún formando, explicó Gratacós durante la rueda de prensa de presentación del proyecto.
“A veces logramos que esos prematuros extremos sobrevivan, pero a costa de unas secuelas muy importantes a lo largo de toda su vida. Por eso necesitamos un proyecto disruptivo como éste”, destacó este especialista en cirugía fetal.
Aumentar supervivencia reduciendo las secuelas
En la primera fase del proyecto, que durará entre 2,5 y 3 años, se creará un prototipo de placenta, que consistirá en una bolsa artificial blanda fabricada con un biomaterial semitraslúcido llena de un líquido caliente similar al amniótico. La idea es que el feto, una vez se saque del útero materno, se introduzca en esa bolsa y se conecte su cordón umbilical a otro artificial por el que se le pasará oxígeno, nutrientes, hormonas y todas las sustancias que hubiera recibido a través de la madre.
El bebé estará monitorizado continuamente de forma no invasiva mediante ecografías del flujo sanguíneo, presión arterial y frecuencia cardíaca. Además, utilizarán microsensores, desarrollados en colaboración con el Institut de Bioenginyeria de Catalunya (IBEC), que se colocarán en el líquido amniótico o en el cordón umbilical. Con todo, se irán recopilando datos que alimentarán una inteligencia artificial para poder ir aplicando mejoras en el sistema.
En esta primera fase, el prototipo se validará con fetos de oveja y, de tener éxito, se podría dar el salto a ensayos con fetos humanos en entre 4 y 6 años.
“Hemos realizado experimentos previos en que ya hemos logrado mantener vivo a un feto de oveja durante horas. El siguiente paso será lograr que sobreviva días y luego semanas, pero con un desarrollo cerebral, cardíaco, pulmonar, metabólico óptimos”, apuntó Gratacós. Para ello, más adelante tienen previsto incorporar sonidos maternos en esa placenta artificial, cruciales para el desarrollo cognitivo del feto. También estudiarán cómo facilitar el vínculo entre madre e hijo.
La idea de crear una placenta artificial tiene más de medio siglo de existencia, pero ha sido en la última década cuando se han ido produciendo los avances científicos y tecnológicos necesarios para materializarla. De hecho, existen otros tres proyectos en el mundo -dos en Estados Unidos y uno australiano-japonés- que también tratan de tomar al feto del útero materno y trasladarlo a un ambiente que reproduzca al máximo el de la placenta.
En este sentido, para Gratacós “Barcelona es uno de los pocos sitios del mundo en que se puede emprender un proyecto como éste, porque tenemos la capacidad, el conocimiento y el entorno científico-tecnológico para conseguirlo”.
Y es que en la creación de la placenta artificial participarán entre 200 y 300 expertos de diversos centros de investigación, como el Institut Químic de Sarrià, que desarrollará los biomateriales; la Universitat POlitècnica de Catalunya, encargada de diseñar un brazo robótico que permita realizar cirugías fetales en caso de que sean necesarias; y el Institut de Bioenginyeria de Catalunya, que creará los microsensores. Además, el proyecto contará con diversos comités supervisores en los que habrá expertos en derechos reproductivos y bioética, así como padres y madres de niños prematuros.
Fuente: lavanguardia.com
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