La tecnología GPS se ha convertido en un aliado fundamental para cualquier viaje. Al menos en la superficie terrestre. Porque, si hablamos del mundo submarino, las reglas cambian sustancialmente. El problema radica en que las ondas de radio de esta tecnología de satélite se degradan rápidamente bajo el agua. Si quieres viajar por el fondo del Mediterráneo, lo mejor será que recurras a las ondas de sonido, es decir, a un sónar. En la actualidad, sin embargo, hay que enfrentarse a otro escollo: la emisión de ondas de sonido requiere mucha energía. Eso no es un inconveniente en el caso de un submarino, pero si se trata de un dispositivo de seguimiento de un tiburón o una ballena, por poner un ejemplo, se requieren baterías. Estas criaturas permanecen meses en alta mar, lo que dificulta el reemplazo. En el MIT le han estado dando vueltas al problema y parece que han encontrado la solución: utilizar las propias ondas sonoras como fuente de energía.