Un informe de Amnistía Internacional sobre la exposición a este tipo de reconocimiento documenta la ubicación de 25.500 cámaras en la ciudad, y revela que las áreas con más vigilancia tienen tasas más altas de registros policiales
Según el nuevo informe del proyecto Decode Surveillance NYC de Amnistía Internacional, las áreas de la ciudad de Nueva York (EE. UU.) con tasas más altas de registros policiales de stop-and-frisk (detener y registrar) tienen más cámaras de videovigilancia o CCTV.
Desde abril de 2021, más de 7.000 voluntarios empezaron a inspeccionar las calles de la ciudad de Nueva York a través de Google Street View para documentar la ubicación de las cámaras; los voluntarios analizaron 45.000 intersecciones tres veces cada una e identificaron más de 25.500 cámaras. El informe estima que alrededor de 3.300 de estas cámaras son de propiedad pública y están en uso por parte del Gobierno y las fuerzas del orden. El proyecto utilizó estos datos para crear un mapa que marcaba las coordenadas de las 25.500 cámaras con la ayuda de la organización cívica centrada en la tecnología BetaNYC y otros científicos de datos contratados.
El análisis de estos datos mostró que, en los barrios neoyorkinos de Bronx, Brooklyn y Queens, había más cámaras de propiedad pública en las áreas del censo con concentraciones más altas de personas racializadas.
Para averiguar cómo se correlacionaba la red de cámaras con los registros policiales, los investigadores de Amnistía Internacional y los científicos de datos asociados determinaron la frecuencia de los casos por cada 1.000 habitantes en cada área del censo (una región geográfica más pequeña que un código postal) en 2019, según los datos de las direcciones de las calles de la policía de Nueva York. La medida de stop-and-frisk permite a los policías realizar controles aleatorios de los ciudadanos sobre la base de una «sospecha razonable». Los datos de la policía de Nueva York citados en el informe mostraron que los incidentes de stop-and-frisk habían ocurrido más de cinco millones de veces en la ciudad de Nueva York desde 2002, y la gran mayoría con personas racializadas. Muchas de las personas sometidas a estos registros eran inocentes, según la ACLU (American Civil Liberties Union o Unión Americana de Libertades Civiles) de Nueva York.
A cada área censal se le asignó un «nivel de vigilancia» según la cantidad de cámaras de propiedad pública por cada 1.000 habitantes dentro de los 200 metros de sus límites. Las áreas con una mayor frecuencia de registros stop-and-frisk también tenían un nivel de vigilancia más alto. Una ruta de media milla (800 metros) en East Flatbush de Brooklyn, por ejemplo, tuvo seis registros de este tipo en 2019 y una cobertura del 60 % por las cámaras públicas.
Los expertos temen que las fuerzas del orden utilicen la tecnología de reconocimiento facial basándose en estas cámaras, apuntando de manera desproporcionada en el proceso a las personas racializadas. Según los documentos obtenidos a través de las solicitudes de registros públicos por parte del Proyecto de Supervisión de la Tecnología de Vigilancia (STOP, por sus siglas en inglés), el Departamento de Policía de Nueva York utilizó el reconocimiento facial, incluido el controvertido sistema Clearview AI, en al menos 22.000 casos entre 2016 y 2019.
El investigador de Amnistía Internacional Matt Mahmoudi, que trabajó en este informe, afirma: «Nuestro análisis muestra que el uso de la tecnología de reconocimiento facial por parte del Departamento de Policía de Nueva York ayuda a reforzar la actuación policial discriminatoria contra las comunidades minoritarias en la ciudad de Nueva York».
El informe también detalla la exposición a la tecnología de reconocimiento facial de los participantes en las protestas de Black Lives Matter el año pasado, al superponer el mapa de vigilancia en las rutas de la marcha. Lo que encontró fue «una cobertura de vigilancia casi total», según Mahmoudi. Aunque no está claro exactamente cómo se había utilizado la tecnología de reconocimiento facial durante las protestas, la policía de Nueva York ya la usó en la investigación de un manifestante.
El 7 de agosto de 2020, decenas de policías de la ciudad de Nueva York, algunos con equipo antidisturbios, llamaron a la puerta del activista de Black Lives Matter Derrick Ingram, de 28 años. Se sospechaba que Ingram había agredido a un oficial de policía gritándole al oído con un megáfono durante una protesta. Se vio a la policía en la escena examinando un documento titulado Informe principal informativo de la sección de identificación facial, que incluía lo que parecía ser una foto de Ingram de las redes sociales. La policía de Nueva York confirmó que había utilizado el reconocimiento facial para buscarlo.
El nuevo alcalde de la ciudad, Eric Adams, está considerando expandir el uso de la tecnología de reconocimiento facial, a pesar de que muchas ciudades de EE. UU. la han prohibido debido a preocupaciones sobre la precisión y el sesgo.
El colaborador del Centro para la Privacidad y la Tecnología de la Escuela de Derecho de la Universidad de Georgetown (EE. UU.) Jameson Spivack señala que el proyecto de Amnistía «nos da una idea de lo amplia que es la vigilancia, especialmente en la mayoría de los barrios no blancos, y cuántos lugares públicos están grabados en imágenes en los que la policía podría usar el reconocimiento facial».
Fuente: technologyreview.es
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