Las piezas resultado de la explosión serían destruidas por la atmósfera, según el estudio del físico Phill Lubin
En 1908, la explosión de aire de un meteoroide aplastó 80 millones de árboles cerca del río Podkamennaya Tunguska (Siberia). Nunca se encontró un cráter de impacto, puesto que, según narra la historia, el cuerpo celeste se desintegró a 5 o 10 kilómetros de altitud. ¿Qué hubiera ocurrido si la roca de casi 100 metros de largo hubiera golpeado contra la superficie de la Tierra? El científico Lubin no está dispuesto a confiar de nuevo en la suerte y ha ideado un sistema de defensa planetaria para hacer frente a cualquier asteroide o cometa peligroso.
El profesor de física en la Universidad de California Santa Bárbara, Philip Lubin y el coinvestigador Alexander Cohen presentaron recientemente en la revista ‘Advances in Space Research’ su nueva creación: PI, que significa Pulverize It (Pulverízalo). Básicamente, consiste en utilizar la tecnología para ‘pulverizar’ al asteroide en cuestión en restos más pequeños que luego se quemarían en la atmósfera terrestre.
La diferencia: «como si te tirasen un piano de 500 kilogramos en la cabeza desde la distancia de un kilómetro o que te cayeran 500 kilogramos de pelotas de espuma desde la misma distancia»
Paradójicamente, su tesis descansa en la idea de dejar que la Tierra reciba el impacto de la roca celeste, en vez de tratar de desviar su ruta como proponía hasta hora gran parte de la comunidad científica
La diferencia estriba, en este caso, en que su sistema desmontaría en pedazos más pequeños la amenaza, mitigando los daños que esta pueda producir. De hecho, según su estudio, estos grandes «pedazos»- del tamaño de una casa convencional- serían absorbidos por la energía de la atmósfera sin llegar a golpear nunca en el suelo.
«En escenarios de intercepción corta, los fragmentos de asteroides de un máximo de 10 metros de diámetro permiten que la atmósfera de la Tierra actúe como un ‘descarga de haz’ donde los fragmentos se queman en la atmósfera o estallan en el aire, con el canal principal de energía que entra en ondas de choque espacial y temporalmente descorrelacionadas», explican el estudio.
¿Cómo saltar por lo aires el asteroide?
Después de la teoría, viene la práctica. Y atacar a un objeto celeste en pleno movimiento no parece sencillo… Para ello, los investigadores han desarrollado un un «impactador» que no sólo sea cinético, sino también explosivo.
A través de un sistema de varillas penetradoras -de 10 a 30 cm de diámetro y de dos a cuatro metros de largo- colocadas en el camino del asteroide para «cortar y cortar» el objeto amenazador, PI lograría fragmentar el núcleo del asteroide o cometa cuando choca contra ellos a una velocidad extrema.
Los investigadores explican la diferencia: imagina que “te tirasen un piano de 500 kilogramos en la cabeza desde la distancia de un kilómetro o que te cayeran 500 kilogramos de pelotas de espuma desde la misma distancia”. Las bolas podrían hacerte algo de daño, pero, definitivamente, no te matarían.
Su idea fue premiada por la NASA en el programa NIAC (Innovative Advanced Concepts), que promueve y apoya las ideas visionarias que pueden transformar las misiones futuras.
Solo 10 días antes del impacto
Con meses o años de antelación se puede enviar un ‘impactador cinético’ para redirigir un asteroide. Pero, ¿y si falla este sistema? O ¿si nos enteramos demasiado tarde de que un asteroide se aproxima hacia la Tierra? En ese escenario es donde el plan de Lubin cobra vital importancia.
«La gran ventaja de este enfoque es que permite la defensa terminal en tiempos de alerta cortos y la mitigación de la distancia del objetivo cuando la desviación orbital no es factible», explica Lubin.
En base a sus cálculos, los objetivos más pequeños, como el meteoro de Chelyabinsk (2013- 13 heridos), podrían interceptarse minutos antes del impacto empleando lanzadores más pequeños similares a los interceptores de misiles balísticos intercontinentales. Un asteroide como el de Tunguska podría ser interceptado cinco horas antes de su impacto. Mientras que los objetivos que plantean una amenaza más seria, como Apofis (se especulaba que podía impactar en 2029 contra la Tierra), podrían ser interceptados solo 10 días antes del impacto.
«Hasta ahora, la humanidad se ha librado de una catástrofe a gran escala como la que sufrieron nuestros anteriores habitantes del planeta, pero confiar en tener ‘suerte’ es una mala estrategia a largo plazo», dijo Philip Lubin en 2021.
Fuente: 20minutos.es