Las células de los murciélagos disponen de barreras moleculares específicas que impiden la replicación del SARS-CoV-2, según un estudio publicado recientemente
El estudio se ha llevado a cabo con células primarias de especies de murciélagos poco estudiadas que circulan ampliamente por Europa y Asia (en concreto, de Rhinolophus ferrumequinum, de Myotis myotis, de Eptesicus serotinus, de Tadarida brasiliensis y de Nyctalus noctula). Estas líneas celulares se han obtenido de pequeñas biopsias hechas en las alas de los murciélagos —por ejemplo, de las colonias de murciélagos Myotis myotis de la isla de Mallorca—, o bien de otras líneas celulares aportadas por algunos de los equipos de investigación que han participado en el estudio.
Tal y como indican las conclusiones, estos modelos celulares definidos en quirópteros se perfilan como herramientas de gran interés científico para investigar las relaciones evolutivas entre murciélagos y coronavirus. En el estudio, liderado por los expertos Nolwenn Jouvenet y Laurent Dacheux, del Instituto Pasteur de París, también han colaborado expertos de instituciones de investigación de Francia, la República Checa, Suiza y España.
¿Cómo se protegen los murciélagos de infecciones víricas?
Los coronavirus están presentes en especies animales de todo el mundo, como por ejemplo los murciélagos (quirópteros). En este sentido, la bibliografía científica describió hace tiempo la gran resistencia de algunas especies de quirópteros frente a la infección vírica. En estos mamíferos voladores, el sistema inmunitario se encuentra en prealerta, condición que les permite responder con mayor rapidez a las infecciones víricas. Para la mayoría de mamíferos, tener el sistema inmunitario en un estado de prealerta constante implicaría graves problemas de inflamación, pero no es el caso de los murciélagos, por lo que son pieza clave de muchos estudios internacionales epidemiológicos e inmunológicos.
En el marco de este estudio, el equipo ha investigado la capacidad de las células primarias de diversas especies de murciélago para apoyar la replicación del SARS-CoV-2. «Los resultados revelan que ninguna de estas células fue permisiva a la infección, ni siquiera las que expresaban niveles detectables de la enzima conversiva de la angiotensina II (ACE2), una metalopeptidasa que sirve como receptor viral en muchas especies de mamíferos», detalla Jordi Serra-Cobo, miembro del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona (UB) y el único experto de toda España que ha participado en el estudio.
«Tampoco permitieron la infección las células de la especie Rhinolophus ferrumequinum, un quiróptero del mismo género que el murciélago asiático, en el que se encontró el virus BANAL-52, un antepasado potencial del SARS-CoV-2. En concreto, la secuencia genética del BANAL-52 presenta un 96,8 % de similitudes con la del SARS-CoV-2», explica Serra-Cobo, destacado experto en estudios con murciélagos como reservorios naturales de agentes infecciosos como los coronavirus.
Humanos y quirópteros ante la infección por SARS-CoV-2
En el caso de la especie humana, se sabe que la proteína de la espícula del SARS-CoV-2 se une al receptor de la membrana celular ACE2 y, a continuación, el virus infecta a la célula. «En el caso de las células de los quirópteros, o bien la cantidad de la enzima ACE2 es muy pequeña y ya no entra en la célula o bien, si el virus se une a la ACE2, después no es capaz de producir la infección», subraya Serra-Cobo.
Desde una perspectiva global, este estudio contribuye a conocer mejor los mecanismos de lucha contra las infecciones víricas. Es una línea de investigación en la que trabaja desde hace años el equipo liderado por Serra-Cobo en la UB y el IRBio y que ahora cobra fuerza en el marco del Grupo de Investigación Evo-Devo-Cat de la Facultad de Biología de la UB.
«Concretamente, nuestro equipo está trabajando para conocer las adaptaciones de los quirópteros frente a las infecciones víricas. Un importante número de virus zoonóticos circulan en las poblaciones de quirópteros sin originar síntomas de la enfermedad en los individuos portadores», indica el investigador.
«En el transcurso de la historia evolutiva de los quirópteros —unos 64 millones de años—, se han producido procesos de coevolución entre los murciélagos y los virus. Un ejemplo de estos procesos lo encontramos en la adaptación a los coronavirus. El estudio de las adaptaciones evolutivas de los seres vivos para hacer frente a las infecciones víricas tiene un interés primordial, ya que proporciona información que puede tener aplicaciones médicas», concluye el profesor Jordi Serra-Cobo.
Fuente: diarioveterinario.com