No nos va a permitir abrir un Parque Jurásico, pero nos brinda información fundamental para conocer la evolución de las plumas en los dinosaurios
En 2015, el paleontólogo Lida Xing paseaba por un mercado de Myitkyina, en Myanmar (o Birmania). Allí localizó un trozo de ámbar que se vendía como una joya con restos de algún vegetal antiguo en su interior:
“Me di cuenta de que contenía un animal vertebrado, probablemente un terópodo, y no una planta, como se pensaba”.
Xing y su equipo de investigación compraron la pieza de ámbar y, tras analizarla, descubrieron que se trataba del fósil de la cola de un dinosaurio carnívoro que vivió hace 99 millones de años. Es la primera vez que se encuentra un fósil de dinosaurios en estas condiciones. El nivel de conservación permite ver a la perfección las plumas que cubrían el apéndice del animal. Un año después, los resultados de la investigación fueron publicados en la revista “Current Biology”.
Un fósil de película
Pues ya estaría. No es que se encontrara un mosquito conservado en ámbar que hubiera picado a un dinosaurio, es que tenemos parte de un auténtico dinosaurio. ¿Podemos ir ahorrando ya para la entrada de un Parque Jurásico real? Lo sentimos, pero no. Devolver a la vida un dinosaurio no es tan fácil. Sin embargo, las posibilidades y riquísima información que brindan fósiles de este tipo para el conocimiento científico acerca de los dinosaurios son toda una fantasía propia de la ciencia ficción.
Dinosaurios con plumas
Desde que los expertos descubrieron que los dinosaurios tenían plumas, cada vez más terópodos no avianos son repensados con plumaje en todo el cuerpo o parte del mismo. Pero la morfología y estructura de estas plumas de dinosaurios son difíciles de estudiar, así que quedan muchas dudas por resolver acerca de la evolución del plumaje. Es por ello que el hallazgo de una cola emplumada conservada en ámbar puede ser una pieza fundamental para aumentar nuestros conocimientos en este ámbito:
“Este espécimen brinda la oportunidad de documentar plumas prístinas en asociación directa con un celurosaurio juvenil putativo, conservando detalles morfológicos finos, incluida la disposición espacial de los folículos y las plumas en el cuerpo, y las características del plumaje a escala micrométrica”.
La pieza de ámbar, catalogada como DIP-V-15103, tiene una longitud de 36,73 milímetros y en su interior conserva una cola densamente cubierta por plumas de color castaño y un toque blanco en el reverso del apéndice. En la misma pieza se han conservado los restos de dos especímenes de Sphecomyrminae, una especie de hormigas ya extintas.
Aunque no es la primera vez que se encuentran plumas conservadas en ámbar, nunca antes había existido la posibilidad de vincular el plumaje a una especie concreta con las opciones de acierto que brinda este hallazgo. La cola se ha conservado tan bien que los investigadores están seguros de que pertenecía a un dinosaurio y no a un ave prehistórica. En concreto, apuntan a un pequeño celurosario no aviano, del tamaño de un gorrión, que pudo quedar atrapado en la resina incluso aún con vida y no logró escapar.
Pero no podía volar
El estudio comenta que, si toda la cola del dinosaurio estaba cubierta por este plumaje, se podría afirmar que el animal no tenía la capacidad de volar, sino que, como mucho, podría planear. Estas plumas, que apenas forman una capa de pelusilla como podríamos ver en los polluelos actuales, sugiere que la cola era de un terópodo de las últimas ramas del árbol evolutivo, quizá un manirraptor primitivo.
Una joya para la ciencia
El fósil forma parte de un grupo de muestras de ámbar que ha sido objeto de investigación de Xing y su equipo. El estado birmano de Kachin, al norte del país, cuenta con una de las mayores producciones de ámbar del mundo. De sus minas se ha casado una variedad ingente de fósiles conservados en ámbar. Es por ello que numerosos científicos se dirigen allí, sobre todo, es incomparable la cantidad y calidad de restos de antiguos invertebrados.
Cuando Xing encontró el ámbar con la cola de dinosaurio, la pieza ya había sido pulida para venderse como una joya. Pero eso no ha impedido extraer datos importantes, como la presencia de hierro, fruto de la descomposición de la sangre. Este hecho despierta esperanzas entre los investigadores, que no descartan que puedan obtener más información química en otros fósiles en ámbar. Xing confía en que el conflicto que sufre Myanmar termine pronto y los científicos puedan tener un mejor acceso a las minas de ámbar para evitar que estos tesoros en forma de fósiles se pierdan en manos privadas. Soñar es gratis y las expectativas están por las nubes con este descubrimiento, así que el paleontólogo chino incluso se atrevió a afirmar que:
“Quizá podamos encontrar un dinosaurio entero”
Sería, sin duda, el mayor descubrimiento de la paleontología. Estaremos atentos por si hay suerte.
Fuente: muyinteresante.es