El hidrógeno verde se ha promocionado durante mucho tiempo como una especie de bala de plata para eliminar progresivamente los combustibles fósiles y sanear nuestros sectores industrial, naval y manufacturero, difíciles de descarbonizar.
Puede arder como un combustible tradicional basado en el carbono, y hasta temperaturas lo bastante altas como para fabricar acero, pero no deja tras de sí más que vapor de agua. Así que, obviamente, es el santo grial de la energía limpia, ¿verdad? Pero, por supuesto, nada es tan sencillo. En realidad, la producción de hidrógeno -un proceso que implica la división de las moléculas de agua- consume mucha energía y presenta algunas desventajas importantes que han impedido su crecimiento.
El hidrógeno es tan limpio como la fuente de energía que se utiliza para fabricarlo, y el hidrógeno verde sólo se refiere al hidrógeno fabricado con energías renovables. El hidrógeno gris es el hidrógeno fabricado con combustibles fósiles. También hay quien incluye una tercera categoría, el hidrógeno azul, que se fabrica a partir de gas natural, lo que lo convierte en una opción con menos emisiones en comparación con el petróleo o el carbón. Actualmente, crear hidrógeno verde cuesta más del doble que el gris, unos 5 dólares por kilogramo.
La transición de nuestra economía de los combustibles basados en el carbono al hidrógeno verde requeriría grandes cantidades de energía verde y otra cosa verde: dinero en efectivo. Además de los problemas económicos, la Agencia Internacional de la Energía ha declarado que desviar demasiada energía verde de otras aplicaciones para utilizarla en la producción de hidrógeno verde sería contraproducente. En resumen: en lugar de resolver la crisis climática, sólo estaríamos moviendo recursos y emisiones en un juego de suma cero.
Otro problema es que la producción de hidrógeno verde requiere grandes cantidades de agua pura, un recurso cada vez más escaso. Esto significa que aumentar la producción de hidrógeno verde podría agravar gravemente la ya acuciante escasez mundial de agua dulce. «Generar un kilogramo de hidrógeno mediante electrólisis requiere unos 10 kilogramos de agua», informaba recientemente Science. «Hacer funcionar camiones e industrias clave con hidrógeno verde podría requerir unos 25.000 millones de metros cúbicos de agua dulce al año, lo que equivale al consumo de agua de un país con 62 millones de habitantes».
Ante este dilema, algunos investigadores han estado buscando formas de fabricar hidrógeno verde a partir de agua salada. Esta innovación significaría que, en teoría, podríamos utilizar el océano como fuente inagotable de agua para producir hidrógeno de combustión limpia. Y algunos de ellos afirman haber descifrado el código. Tres grupos de investigación diferentes -de la Universidad RMIT de Melbourne, la Universidad de Adelaida y la Universidad Tecnológica de Nanjing- han informado de importantes avances en sus búsquedas por separado para aplicar electrolizadores al agua de mar.
El problema es que el trabajo con agua salada, a diferencia del agua dulce, genera el desafortunado subproducto del cloro gaseoso, que es muy corrosivo y hace que los electrolizadores fallen en cuestión de horas, cuando normalmente pueden durar años. Los tres grupos de investigación han avanzado mucho en la búsqueda de soluciones a este problema, recubriendo sus electrodos con diversos compuestos y membranas. Los tres equipos han tenido éxito, pero el de la Universidad Tecnológica de Nanjing es el que ha logrado el avance más impresionante, ya que su electrolizador ha funcionado durante 3.200 horas sin mostrar signos de degradación.
Aunque estos avances son muy interesantes, el problema del agua es sólo una de las muchas cuestiones a las que se enfrenta el hidrógeno verde.
La energía y el coste siguen siendo enormes obstáculos para ampliar y extender el uso del hidrógeno verde en aplicaciones industriales generalizadas. Sin embargo, el trabajo que están realizando estos grupos de investigación no deja de ser una luz de esperanza. Si el problema del agua puede resolverse, no es inconcebible que, a su debido tiempo, los demás problemas puedan mitigarse de forma similar. Si se aprovecha el potencial del hidrógeno verde, es casi imposible exagerar el impacto que tendría en el clima, la economía y el mundo.
Fuente: worldenergytrade.com