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Una vacuna experimental aumenta hasta un 50% la supervivencia en cuatro personas con un cáncer cerebral letal

El bioquímico español Héctor Méndez y sus colegas de la Universidad de Florida logran resultados “prometedores” en un primer ensayo en personas

Cuatro personas con un cáncer cerebral extremadamente agresivo vivieron hasta un 50% más de lo esperado gracias a una vacuna experimental personalizada, según los resultados publicados este miércoles por el bioquímico español Héctor Méndez y sus colegas de la Universidad de Florida, en la ciudad estadounidense de Gainesville. Los pacientes, ya fallecidos, sufrían un glioblastoma —el tumor maligno más común en el cerebro— en una fase terminal cuando se presentaron voluntariamente al ensayo clínico. “Es bastante prometedor”, afirma Méndez, nacido en Salamanca hace 42 años y asentado en Estados Unidos.

Las defensas del cuerpo humano a menudo no reconocen a las células cancerosas como una amenaza. El equipo de Florida emplea una estrategia sofisticada. Los investigadores inyectan en vena partículas lipídicas de millonésimas de milímetro, con información genética obtenida directamente del tumor de cada paciente. Esta receta de ARN mensajero, como la de las vacunas de Pfizer y Moderna contra la covid, entrena al sistema inmune para que piense que las células tumorales son virus peligrosos y las destruya.

Méndez explica que los pacientes con un tratamiento estándar, usados como referencia, tuvieron una supervivencia de seis meses. Una de las personas vacunadas, sin embargo, alcanzó los nueve meses, un 50% más. Otro de los participantes vivió ocho meses, un 33% más. En los otros dos pacientes, los resultados fueron positivos, pero no tanto, señala el bioquímico español. El equipo, dirigido por el oncólogo estadounidense Elias Sayour, quiere iniciar ahora un ensayo más amplio, con 24 pacientes, para confirmar la seguridad de la vacuna y afinar la dosis. El siguiente paso sería otro ensayo con unos 25 niños con glioblastoma.

“Parece que mejora la supervivencia de las personas y no hemos encontrado de momento ningún tipo de toxicidad crónica”, celebra Méndez, formado en la Universidad de Salamanca y en el Instituto Cajal, en Madrid. Los experimentos previos con animales también fueron prometedores. Una decena de perros con cáncer cerebral letal vivió un promedio de casi cinco meses tras recibir la vacuna, multiplicando la supervivencia habitual de uno o dos meses. Los nuevos resultados se publican este miércoles en la revista especializada Cell.

La oncóloga Laura Angelats aplaude el nuevo trabajo, pero es cautelosa. “Es una estrategia muy innovadora y los datos preclínicos son muy interesantes, pero todavía tenemos muy pocos datos en pacientes como para poder confirmar que es un tratamiento seguro y efectivo”, subraya la experta, del Hospital Clínic, en Barcelona.

Hay otras dos vacunas experimentales de ARN en ensayos avanzados en humanos. El oncólogo Vinod Balachandran encabeza las pruebas de una inyección contra el cáncer de páncreas en el Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering, en Nueva York. Y las farmacéuticas Moderna y Merck también han obtenido resultados prometedores con una vacuna de ARN contra el melanoma. Todas ellas son vacunas terapéuticas, para tratar un cáncer ya establecido. La oncóloga inglesa Sarah Blagden, de la Universidad de Oxford, lidera un proyecto para desarrollar una vacuna preventiva contra el cáncer de pulmón, basada en virus inofensivos del resfriado del chimpancé, una tecnología similar a la de la vacuna de AstraZeneca contra la covid.

Angelats recuerda que los glioblastomas son “tumores fríos”, porque alrededor de las células cancerosas apenas aparecen células inflamatorias o del sistema inmune. La inmunoterapia, que consiste en estimular las defensas propias contra el cáncer, es mucho menos efectiva en los tumores fríos. La oncóloga destaca que, si la vacuna experimental contra el glioblastoma finalmente funciona, se podría aplicar la misma estrategia contra otros tumores fríos, como el cáncer de colon. “Queda mucho, pero son datos prometedores”, celebra.

El inmunólogo Luis Álvarez Vallina también elogia el nuevo trabajo. “Me parece muy interesante, es un paso más hacia la mayoría de edad de las vacunas de ARN, que van a ser muy importantes contra el cáncer. Esta es una aportación relevante, pese a sus limitaciones”, señala el científico, jefe de la Unidad de Investigación Clínica en Inmunoterapia del Cáncer del Hospital 12 de Octubre y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en Madrid.

Álvarez Vallina destaca que las nanopartículas lipídicas empleadas por el equipo estadounidense tienen un tamaño mayor de lo habitual y una estructura con múltiples capas, como una cebolla, lo que aumenta su efecto de alerta sobre el sistema inmune. El inmunólogo vaticina un futuro con estrategias combinadas, como la vacunación acompañada de otros tipos de inmunoterapia, como los inhibidores de puntos de control inmunitario. “El escenario va a ser muy plástico, dependiendo de las características de cada paciente y de su situación clínica, pero creo que las vacunas se van a convertir en un elemento importante del arsenal”, sostiene.

Fuente: elpais.com

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