Los pacientes con moqueo y asma inducidos por alergias tienen diferentes colonias de hongos o micobiomas en sus narices, lo que sugiere posibles líneas de investigación para futuros tratamiento, tal y como concluye un equipo internacional de investigadores en un nuevo artículo de ‘Frontiers in Microbiology’.
«Hemos demostrado que las muestras de rinitis alérgica presentan una diversidad fúngica significativamente mayor y una estructura de la comunidad fúngica diferente en comparación con las de los controles sanos. Esto puede sugerir que la rinitis alérgica aumenta la diversidad y cambia la composición del microbioma de las vías respiratorias superiores», expone el doctor Luís Delgado de la Universidad de Oporto, Portugal, uno de los autores del artículo.
La rinitis alérgica provoca estornudos, picazón, inflamación de las mucosas nasales y congestión y goteo nasal. Suele estar asociada al asma, que también implica inflamación y obstrucción de las vías respiratorias. La rinitis alérgica y el asma pueden ser incluso aspectos diferentes de la misma enfermedad inflamatoria de las vías respiratorias, por lo que resulta fundamental identificar los vínculos entre ellas y las causas subyacentes.
Para estudiar el micobioma nasal, los investigadores reclutaron a 214 participantes entre niños y adultos jóvenes que asistían a una clínica de inmunología y asma en Oporto. 155 pacientes tenían rinitis alérgica y asma, mientras que 47 solo fueron diagnosticados con rinitis alérgica y 12 con asma. También se inscribieron 125 controles sanos.
Los científicos tomaron muestras de la nariz de los participantes mediante hisopos nasales y secuenciaron el ADN fúngico que encontraron, centrándose en dos regiones específicas para identificar diferentes especies de hongos y desarrollar una descripción general del micobioma de cada participante. Después de los controles de calidad, tenían 306 muestras con las que trabajar.
Posteriormente utilizaron el análisis de redes para comprender las relaciones entre los diferentes géneros de hongos y caracterizar las diferentes comunidades de hongos presentes en los participantes sanos y enfermos. También investigaron la función de los diferentes hongos, observando las vías metabólicas a las que afectan, para tratar de comprender las implicaciones de cualquier variación del micobioma entre los grupos de pacientes. Las familias de hongos más comunes en todas las muestras fueron Ascomycota y Basidiomycota. En estas dos familias, 14 géneros dominaron los micobiomas.
«Entre estos géneros dominantes hemos detectado hongos comunes que han sido reconocidos en humanos como hongos alergénicos o patógenos oportunistas», afirma Delgado. «Esto sugiere que la cavidad nasal es un importante reservorio de hongos que podrían estar implicados en la rinitis alérgica y el asma».
Se observó una diferencia muy clara y estadísticamente significativa entre los pacientes con enfermedades respiratorias y los controles sanos, y no se observó ninguna diferencia significativa entre los diferentes grupos de pacientes con enfermedades respiratorias. Los pacientes con enfermedades respiratorias tenían micobiomas más diversos y ricos. Los hongos muestreados de pacientes con rinitis alérgica y asma también mostraron más evidencia de conexiones entre ellos que los hongos en las narices de los participantes sanos y de aquellos que solo tenían rinitis alérgica. Esto podría indicar que los hongos están afectando el entorno inmunológico de la nariz.
Los científicos también descubrieron que tres vías metabólicas asociadas con la producción de un componente básico del ADN y el ARN (el ribonucleótido de 5-aminoimidazol o AIR) abundaban en el micobioma de pacientes con rinitis alérgica y asma. El AIR está vinculado a la producción de purina, necesaria para el metabolismo energético y la síntesis de ADN. Si estudios posteriores confirman este vínculo e identifican el problema exacto, el AIR podría ser un futuro objetivo terapéutico para el tratamiento o el diagnóstico.
«Sin embargo, no pudimos controlar todas las variables específicas de cada paciente, como la gravedad de la enfermedad y los niveles de tratamiento relacionados, y los pacientes fueron muestreados en un solo momento», advirte Delgado, explicando que el diseño transversal del estudio brinda una visión amplia, pero no muestra cómo cambia el micobioma con el tiempo. Los estudios longitudinales podrían brindar una mejor idea de si los hongos impulsan los procesos patológicos y, de ser así, cuáles son los hongos responsables.
«Abordar algunas de estas variables clínicas sería una continuación interesante de nuestro estudio, si pudiéramos obtener la financiación adecuada», finaliza Delgado. «Si no podemos ir más allá en esta etapa, los datos y las hipótesis clave se publican aquí para que otros los repliquen y, finalmente, vinculen el laboratorio con la práctica clínica».
Fuente: infosalus.com
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