Una nueva batería líquida y flexible promete recargarse cientos de veces sin perder rendimiento, usando materiales sostenibles y sin depender de tierras raras
Con todo el problema de las baterías de litio, su prohibición en algunos países como China, donde los coches eléctricos no pueden aparcar en parking subterráneos y los continuos accidentes por su alta inflamabilidad, un grupo de investigadores de la Universidad de Linköping, en Suecia, ha desarrollado una batería líquida flexible que promete más seguridad y eficiencia.
La nueva batería no solo se puede estirar sin perder su capacidad, sino que también puede recargarse cientos de veces sin degradarse. Suena a ciencia ficción, pero es completamente real.
«La textura es parecida a la de la pasta de dientes», indicó Aiman Rahmanudin, coautor del estudio publicado en la revista Science Advances, en un comunicado de prensa, según Popular Mechanics.
Baterías flexibles y líquidas
El gran avance de este proyecto ha sido sustituir los electrodos sólidos por materiales líquidos. Esto da lugar a una batería que se comporta más como una pasta moldeable que como un bloque duro. Según sus creadores: «El material puede, por ejemplo, utilizarse en una impresora 3D para moldear la batería a voluntad. Esto abre las puertas a un nuevo tipo de tecnología».
Este tipo de flexibilidad es especialmente valiosa para sectores como la medicina, la robótica o la tecnología vestible, donde los componentes deben adaptarse a formas complejas y condiciones variables. Audífonos, marcapasos o sensores integrados en la ropa serían solo algunas de las posibles aplicaciones.
Pero lo más sorprendente es que la batería mantiene su rendimiento incluso cuando se estira al doble de su tamaño. En pruebas de laboratorio, fue capaz de cargarse y descargarse más de 500 veces sin pérdida de eficacia. Esto supone una enorme ventaja frente a las baterías actuales, que pierden capacidad con cada ciclo.
Además de su flexibilidad, esta batería destaca por su enfoque ecológico. Sus componentes incluyen polímeros conductores y lignina, un residuo abundante procedente de la fabricación de papel. Al evitar el uso de tierras raras, como el litio o el cobalto, esenciales para las baterías tradicionales, se reduce el impacto ambiental y la dependencia de materiales escasos.
Los investigadores subrayan que esta solución no solo es eficaz, sino también sostenible. El uso de lignina permite transformar un subproducto de bajo valor en una pieza clave para la tecnología del futuro.
Mohsen Mohammadi, uno de los científicos implicados, afirmó que: «Al reutilizar un subproducto como la lignina para convertirlo en un producto de alto valor, como material para baterías, contribuimos a un modelo más circular. Por lo tanto, es una alternativa sostenible».
El gran reto de las baterías: subir el voltaje
Sin embargo, no todo son ventajas. Esta batería líquida todavía no puede competir con el voltaje de las actuales de iones de litio. Mientras que una batería de smartphone puede superar los 4 voltios, el prototipo flexible apenas alcanza los 0,9. Por eso, los investigadores ya están trabajando en aumentar esa capacidad utilizando metales más abundantes como el zinc o el manganeso.
El reto es grande, pero el potencial también lo es. Si logran igualar la potencia de las baterías actuales, sin renunciar a la flexibilidad ni a la sostenibilidad, estaríamos ante una de las mayores revoluciones en almacenamiento energético de las últimas décadas.
A medio plazo, esta batería podría alimentar dispositivos inteligentes, sensores en el cuerpo, ropa con funciones electrónicas e incluso pequeños robots. Y a largo plazo, quizá sea la chispa que encienda un mundo donde la energía portátil se adapte a cualquier necesidad.
Fuente: computerhoy.20minutos.es
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