Un estudio midió la actividad cerebral mientras se escucha música y el descubrimiento es asombroso
En estos tiempos que nos tocan vivir, aislados, cuarentenados, solos, la música se vuelve más fundamental que nunca. No sólo para los melómanos, esos no necesitan excusa, sino para todos. La música une. Conecta. Sincroniza. No se trata de un lema, ni de una posición filosófica ni romántica. Es un hecho científico.
Sí, la ciencia respalda ese increíble poder. Realmente existe una sincronización entre la actividad cerebral del público y de los músicos. Y cuánto mayor sea el nivel de sincronicidad, más disfrute provoca.
El estudio que lo demostró, cuyos resultados fueron publicados en la revista NeuroImage, utilizó la interpretación de un violinista de breves fragmentos de una docena de composiciones diferentes que fueron grabadas en video y posteriormente reproducidas a 16 oyentes.
Los investigadores de la Escuela de Psicología y Ciencias Cognitiva del Instituto de Innovación Cerebral y Educativa de la Universidad Normal de China Oriental, y del Departamento de Neurociencia Clínica del Instituto Karolinska de Estocolmo, en Suecia, rastrearon los cambios en la actividad cerebral local midiendo los niveles de sangre oxigenada (más oxígeno sugiere mayor actividad, porque el cuerpo trabaja para mantener activas a las neuronas que se alimentan de él).
Así, los científicos descubrieron que las interpretaciones musicales causaron aumentos en el flujo de sangre oxigenada a áreas del cerebro relacionadas con la comprensión de patrones, intenciones interpersonales y expresión.
Los datos del músico, en tanto, recopilados durante las actuaciones, se compararon con los de los oyentes durante la reproducción.
Todas las piezas musicales dieron como resultado la sincronización de la actividad cerebral entre el músico y los oyentes, pero esto sucedió con mayor intensidad en las actuaciones más populares.
La sincronización entre los cerebros fue insignificante durante la primera parte de cada pieza y mayor hacia su final. Los autores han explicado que el oyente requiere tiempo para comprender inicialmente el patrón musical y que más tarde puede disfrutar de la interpretación porque se ajusta a sus expectativas.
En total, los investigadores utilizaron 12 selecciones de obras musicales familiares, incluyendo “Edelweiss”, “Ave María” de Franz Schubert, “Auld Lang Syne” y “Oda a la Alegría” de Ludwig van Beethoven.
Fuente: clarín.com
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