El lunes por la noche, a pocas horas de que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tomara el vuelo con escalas a Washington, Trump sacaba pecho en Twitter del polémico muro en la frontera, convertido en un símbolo de su retórica antimigratoria, que rayó en lo xenófobo contra sus vecinos del sur durante la campaña de 2016. “El muro va rápido en Texas, Arizona, Nueva México y California. Tenemos muy buenos números en la frontera sur. Los demócratas simplemente quieren que la agente entre. ¡Quieren fronteras abiertas muy peligrosas”, escribió, junto a imágenes de las obras visitadas recientemente.
A cuatro meses de las elecciones y castigado en los sondeos por su gestión de la crisis del coronavirus y de la ola de protestas raciales, a Trump le viene bien un empujón a la agenda internacional que cambie la conversación. Trató de sumar a la causa también al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, pero este declinó sin grandes explicaciones y con la promesa de visitar México posteriormente. Los tres socios norteamericanos, que solían llamarse “los three amigos”, será una historia de solo dos este miércoles.
Para mantenerse en el territorio del entendimiento en lo que será su primer viaje al extranjero en 19 meses de mandato, López Obrador se ciñe al nuevo acuerdo comercial de Norteamérica, el T-MEC. “Soy dueño de mi silencio”, dijo a los periodistas que le preguntaban sobre el muro que obsesiona a Trump, una obra repudiada por 9 de cada 10 mexicanos. “Hay en la agenda bilateral muchos temas, pero vamos básicamente a lo relacionado con el tratado. Nos importa mucho la reactivación de la economía”, dijo en su conferencia matutina. El mandatario reconoce que hay otros asuntos sobre la mesa que “serán abordados en las reuniones de trabajo” que se llevarán a cabo a lo largo del miércoles. Estos son algunos de ellos.
T-MEC:
Trump y López Obrador se reúnen para celebrar la entrada en vigor, el 1 de julio, del nuevo tratado comercial. Este acuerdo representa 1.2 billones de dólares anuales y da trabajo a 14 millones de personas en los tres países. La Administración mexicana, sin embargo, ha aprendido a no bajar la guardia cuando trata con el republicano. Dentro de la comitiva que acompañará a López Obrador —que incluye al canciller Marcelo Ebrard; la secretaría de Economía, Graciela Márquez y el jefe de la oficina de la Presidencia, el empresario Alfonso Romo—hay preocupación sobre algunos de los temas relacionados al nuevo tratado. Entre ellos el apartado 232 del tratado, relacionado al acero para la industria automotriz, y el Capítulo 23, sobre materia laboral y sindicatos, un aspecto donde los mexicanos son presionados no solamente por Washington sino por los demócratas, que exigen mejores condiciones y salarios para los trabajadores de las maquilas mexicanas que exportan a EE.UU.
Migración:
Washington ha usado la amenaza de guerra comercial como moneda de cambio para que México frene la inmigración irregular procedente de Centroamérica. Desde mayo de 2019, cuando comenzó la polémica arancelaria, hasta mayo de este año, más de 124.000 migrantes han sido deportados desde México, según datos de la Secretaría de Gobernación. A lo largo del año pasado, la caída de las detenciones en la frontera también han caído mes a mes, según las autoridades estadounidenses. El Gobierno mexicano contempla durante la visita pedir mayores compromisos económicos en Centroamérica de parte del Development Finance Corporation, el banco de desarrollo creado por el Gobierno de Trump en 2019 para financiar proyectos sociales que reduzcan el flujo migratorio.
Ese pulso entre aranceles y pacto migratorio tuvo lugar al tiempo que se cerraba la negociación del nuevo tratado comercial. Entre ambos aspectos, las relaciones mexicanas son hoy por hoy un baza electoral del presidente estadounidenses hacia sus bases, a las que le prometió cambiar las reglas de juego con los socios internacionales para “que no se aprovechen más de EE UU”, según sus palabras.
Tráfico de armas:
El 26 de junio, un comando del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) intentó asesinar a Omar García Harfuch, el jefe de la policía de Ciudad de México. En el sitio del atentado fueron hallados cinco fusiles Barrett de alto poder. Este tipo de armamento recordó nuevamente el origen que nutre a las organizaciones criminales. El 70% de las armas decomisadas a los sicarios en México proviene de Estados Unidos. En 2018 se calculó que entre 213.000 y 230.000 armas de fuego entran ilegalmente al país. “Es un tema importante para nosotros”, dice una fuente de alto nivel de Exteriores. Será inevitable que este problema salga en la conversación. La Cancillería mexicana envió en mayo una nota diplomática a Washington inquiriendo los detalles del operativo Rápido y Furioso, donde autoridades estadounidenses permitieron, entre 2009 y 2011, un flujo de miles de armas a México con el propósito de rastrearlas. El Gobierno mexicano no ha tenido respuesta.
Cooperación contra la covid:
Fuentes diplomáticas mexicanas también aseguran que la comitiva comunicará su intención de aumentar la cooperación para avanzar hacia el desarrollo de una vacuna del coronavirus y la producción del equipo médico necesario para combatir la pandemia. El Gobierno mexicano ha empujado la formación de cuatro grupos de trabajo compuestos por científicos y empresas que están elaborando las propuestas y que trabajan en coordinación con la Coalición para la Innovación en la Preparación para responder a las Pandemias (Cepi, por sus siglas en inglés) y la Global Alliance for Vaccines. Estados Unidos ha donado a México 1.000 mascarillas N95 y 350.000 cubrebocas a los trabajadores sanitarios mexicanos durante la emergencia sanitaria.